Tenía pensado escribir sobre muchas cosas por el Día Internacional de la Mujer. Iba a hablar de derechos, de las brechas salariales, de oportunidades, de estereotipos, de la famosa palabrita “empoderamiento”, pero nada tiene sentido después de Camila y de todo lo que su terrible muerte ha provocado. El año pasado se registró la cifra récord de 165 feminicidios, y en lo que va del 2020 ya son más de 30 y seguramente mientras escribo estas líneas el número aumenta. Y ni hablar de las violaciones, 25 mil mujeres violadas al año. 

Los casos se dan uno tras otro y suelen ser eso, solo un número más para la estadística, pero ¿por qué el caso de la pequeña Camila movilizó tanto? ¿Por qué se habló y se habla tanto del contexto en el que sucedieron los hechos? Quizás porque sirvió para que cayeran las máscaras y cada quien se mostrara como es en realidad, para comprobar el doble discurso y la doble moral de aquellos que dicen ser feministas, pero que se incomodan cuando escuchan o leen la frase: “Perú, país de violadores”. Se ofenden, saltan y hasta se indignan porque, según ellos no se puede generalizar. Claro, es válido para otras cosas como “Perú, tierra de campeones” ¿Acaso tú eres campeón de algo?, pero ahí sí te identificas, ¿no?

Sí pues, puede sonar feo esa frase, pero en un país en el que de una o de otra manera se justifica la violación (y el asesinato en muchos casos), tratando de culpar a la víctima porque “para qué viaja sola, pues”, “para qué se viste así”, “para qué se expone bebiendo”, “para qué lo rechaza” y cuando ya no es posible culparla porque tan solo tiene cuatro años, entonces se olvidan del violador asesino y se busca una mujer culpable: la madre, que no estuvo donde debería estar y que “prefirió ser mujer antes que ser madre”. ¿Se dan cuenta de lo que significa esa frase?

¿De verdad crees que no somos un país de violadores? ¿De verdad crees que exageramos? ¿De verdad crees que es normal que cualquier mequetrefe que aparece en televisión se crea con derecho a insultar a una madre que acaba de perder a su hija en circunstancias terribles y decirle a gritos que es una bestia y que ella tiene la culpa de todo? Eso es exactamente lo que significa un país de violadores. Violamos a mujeres cuando las culpamos de ser violadas, cuando culpamos a sus madres o incluso a las madres de los mismos violadores. Violamos a las mujeres cuando dudamos de ellas, cuando las revictimizamos y las juzgamos en los grandes medios de comunicación y también en las redes sociales. Somos un país de violadores porque liberamos a los violadores, los justificamos, buscamos la manera de quitarles la culpa y transferirla a una mujer, sea quien sea, siempre habrá una mujer a la que se le pueda culpar, como Eva cuando le dio la manzana al pobrecito de Adán. Siempre, siempre habrá una mujer culpable.

¿Qué más te incomoda? ¿Qué más te hace ruido? Quizás ese potente cántico que hoy repetiremos millones de mujeres de toda Latinoamérica: “Y la culpa no fue mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eres tú”. ¿Eres de los que cuando lo escuchas inmediatamente reaccionas como un niño estúpido diciendo: “pero yo no soy violador”, “yo respeto”, yo, yo, yo…? A ver, te explico un poquito, usamos la generalización porque vivimos en una sociedad que sigue viendo a la mujer como un objeto que le pertenece al hombre, porque tú, que eres tan políticamente correcto cuando tienes que serlo, participas de chats en los que se comparten fotos de mujeres desnudas y se hacen bromas sobre su partes íntimas y, a veces, hasta de violaciones.

No te das cuenta, crees que es un chiste más, una palomillada. Igual que cuando miras directamente los pechos de una mujer con la que te cruzas en la calle e incluso te sientes con derecho a hacer algún gesto o decirle “mamacita”, ni qué decir de las redes sociales. En esas condiciones queremos dejar en claro que la mujer, donde esté y se vista como se vista no tiene la culpa de que tú seas tan elemental y no te des cuenta de que eso es parte de la cultura de un país de violadores ¿entiendes?

Y si a pesar de saber que el Perú es el tercer país con más violaciones en el mundo, que 72 mujeres son violadas al día. Si a pesar de que los crímenes son cada vez más horrendos, piensas que las mujeres exageramos y buscas palabras como feminazi o hembrismo para seguir justificando lo injustificable, nada va a cambiar y, lamentablemente, seguiremos siendo eso: Perú, un país de violadores.